Se ha sabido a través del entrenador de la selección mexicana de
fútbol. Los jugadores y el cuerpo técnico, durante su participación en el
Mundial de Brasil, hicieron un pacto: apagar sus celulares en las horas en que
estuvieran compartiendo los alimentos. Serían momentos a full para convivir y
reforzar su integración. Pensaron que si cada uno iba al comedor con su
celular, la conversación estaría muy interrumpida. ¿Verdad que es una buena idea para implementar en nuestra jornada?
A veces, no solo en las películas, sino también en la realidad, se
ve en cafeterías y salas de estar a novios, matrimonios, padres e hijos, o
amigos muy entretenidos con sus celulares. No miran a los ojos a los demás, se comunican
más con el celular que con sus interlocutores de carne y hueso. No llevan una
conversación, no se comunican verdaderamente.
Hay quienes tienen una dependencia grande al celular: no saben
vivir sin él, se sienten perdidos e inquietos. No disfrutan el silencio para
reflexionar, analizar, contemplar la naturaleza, conocerse mejor a sí mismos o
hablar con Dios.
Ciertamente, el celular puede acercarnos a los demás, ayudarnos a responder
inquietudes y