Toda relación humana conlleva momentos críticos. En el
matrimonio, la estrecha convivencia facilita la frecuencia de momentos críticos
debido a la actual cultura del ego. Hay gran ignorancia sobre el valor de mantener un compromiso.
Los clásicos griegos escribieron mucho sobre las crisis
con una connotación desvirtuada con el correr de los siglos, pues la etimología
de "krisis" deriva del verbo krinein (yo decido) y significa
"momento oportuno" para tomar decisiones que nos mejoran.
Ni el cansancio físico o psíquico, ni enfermedades,
escasez de dinero o tirantez con las familias políticas son necesariamente
luces rojas de una crisis matrimonial. Pueden pasar años donde estas
situaciones resultan llevaderas y de pronto, empezamos a sentirlas como un
peso.
No es grave si hay sinceridad con nosotros mismos y con
el otro; simplemente son obstáculos y sortearlos juntos, une más que la pasión
de los primeros años. Las señales de alarma se encienden si permitimos que se
instalen respuestas groseras, monosílabos o silencios tensos, ausencias
prolongadas o distanciamiento de las relaciones íntimas y en especial las
faltas de respeto.
Muchos creen que las discusiones y peleas son indicadores
de que "esto no da para más". Los expertos consideran y la
experiencia demuestra, que son uno de los mejores