Toda relación humana conlleva momentos críticos. En el
matrimonio, la estrecha convivencia facilita la frecuencia de momentos críticos
debido a la actual cultura del ego. Hay gran ignorancia sobre el valor de mantener un compromiso.
Los clásicos griegos escribieron mucho sobre las crisis
con una connotación desvirtuada con el correr de los siglos, pues la etimología
de "krisis" deriva del verbo krinein (yo decido) y significa
"momento oportuno" para tomar decisiones que nos mejoran.
Ni el cansancio físico o psíquico, ni enfermedades,
escasez de dinero o tirantez con las familias políticas son necesariamente
luces rojas de una crisis matrimonial. Pueden pasar años donde estas
situaciones resultan llevaderas y de pronto, empezamos a sentirlas como un
peso.
No es grave si hay sinceridad con nosotros mismos y con
el otro; simplemente son obstáculos y sortearlos juntos, une más que la pasión
de los primeros años. Las señales de alarma se encienden si permitimos que se
instalen respuestas groseras, monosílabos o silencios tensos, ausencias
prolongadas o distanciamiento de las relaciones íntimas y en especial las
faltas de respeto.
Muchos creen que las discusiones y peleas son indicadores
de que "esto no da para más". Los expertos consideran y la
experiencia demuestra, que son uno de los mejores
indicadores de la salud de
una relación. El gran "quid" está en hablar a tiempo de todo aquello
que incomoda para buscar juntos soluciones recurriendo, de ser necesario, a
especialistas en temas matrimoniales y no sólo sexuales.
José Benigno Freire, psicólogo español explica desde su
experiencia terapéutica cómo, tanto desde el punto de vista antropológico como
psicológico, el matrimonio posee una espontánea tendencia a no tener plazo, a
ser para siempre: el amor a plazo fijo es contradictorio con la propia fuerza
natural del amor: "El puro sexo sí puede tener fecha de caducidad. Pero la
decisión voluntaria expresada en el registro civil y, en su caso en la Iglesia,
de compartir totalmente la vida -que eso es el matrimonio- no puede tener fecha
de caducidad a priori".
Al casarnos asumimos un compromiso: "prometo serte
fiel en lo próspero y lo adverso, en la salud y la enfermedad y amarte y
respetarte todos los días de mi vida". En la práctica puede dar la
impresión de que la promesa fue diversa: "prometo serte fiel en lo
próspero pero no en lo adverso, en la salud pero no en la enfermedad, y amarte
y respetarte sólo cuando lo merezcas".
Hoy en día se llama amor a muchos "seudo
amores", y muchos amores no sentidos reciben el nombre de
"desamor". Lo entendió bien aquel marido cuando en el quinto
aniversario del casamiento regaló a su mujer su fotografía con esta frase:
"ámame cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite".