Mi amiga Susy me pide compartir en el blog lo sucedido en su hogar un día de estos. Su hijo
Tomás después de dos años pasará las próximas fiestas en casa. Acaba de llegar
de Norteamérica y compartió en una cena:
-En el
hemisferio norte añoré el saborcito de una Navidad con calor. ¡Qué frío hace!
Aquí, lo que ahora me llama la atención es el acento comercial de estas fiestas
tanto en los shoppings como en los anuncios de la tele.
Ante este
comentario, su hermana quiso saber más connotaciones de esta celebración en
otros países.
-Natalia, la
Navidad es una fiesta religiosa importante en casi todas partes, también en
lugares donde se desconoce su sentido cultural y de fe. Noto que aquí, en mi país son
días feriados, ocasión de hacer y recibir regalos, de pasar más en familia y
nada más.
- ¡Claro!
- Claro,
claro, no, le contestó su hermano.
Tomás nos
explicó cómo celebra la Navidad la familia norteamericana que lo hospeda:
adornan la casa exteriormente con muchas luces y chirimbolos. En el interior,
alrededor de la chimenea, releen en familia durante los cuatro domingos previos
al 25 de diciembre los pasajes bíblicos que relatan el nacimiento de Jesús.
Tomás explicó: "Son
relatos llenos de normalidad por un lado y por otro con algunas manifestaciones
extraordinarias. Nati, ¿sabés que papá Noel es sólo una leyenda? ¿Te acordás el
por qué histórico de la estrella como uno de los símbolos de la Navidad? Allí
viven el Nacimiento de Jesús como un acontecimiento que marca un antes y un
después en la historia de occidente".
Natalia,
románticamente adolescente, suspiró y en un susurro cantó: "Jingle bells,
jingle bells…". El vozarrón de Tomás tapó los sonidos de su hermana con
las notas de "Christmas in our Heart" de Bob Dylan. Mi marido
intervino con un villancico aprendido de su madre: "Belén, campanas de
Belén…". Me sentí en la obligación de participar. Lo primero que se me
ocurrió fue "El Tamborilero" de Serrat.
El
desconcierto familiar terminó en una unánime carcajada a la que siguió un
profundo silencio. Brillaron los ojos de los cuatro. Mi marido, cual patriarca,
habló el primero: "¿Qué les parece si este año retomamos el sentido
espiritual del árbol de Navidad y de los regalos? La llegada de Cristo al mundo
hace veintiún siglos fue silenciosa. Ahora, muchas veces, lo silenciamos de su
genuino significado".
Comenzó una
familiar tormenta de ideas de cómo secundar en casa la idea del padre y cómo
hacerla extensiva a familiares y amigos. "Nunca es tarde cuando la dicha
es buena", sentenció Tomás y cruzó con su padre una mirada elocuente:
valió la pena tenerlo lejos estos años. Ha crecido, ha madurado, ha aprendido
cosas esenciales para una vida cabal.
En casa esta
Navidad viviremos una vez más tradiciones musicales y del paladar, pero en
especial recrearemos en la intimidad y de un modo nuevo, la más grande historia
jamás contada.
Mag. Ana María Abel
Si alguien quiere contarnos sus experiencias, nos gustará compartirlas. Pueden escribirnos al mail iuffuruguay@gmail.com
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