La Navidad es un tiempo privilegiado para veladas familiares. Aunque durante el año nos hayamos visto poco, intentamos celebrar las fiestas junto a los nuestros. En las familias con padres separados se repite año tras año el mismo dilema: los hijos ¿con cuál de los dos progenitores pasarán la Navidad y con cuál Año Nuevo? ¿cómo les afectará la situación dependiendo de su edad y modo de ser?
Los
padres tienen que crear ambiente afectuoso y seguro.
Se dan casos,
pocos, en los que la separación ha sido amistosa y quizá los padres deciden
unirse para celebrar las fiestas pensando en el bien de los más chicos. Sin
embargo, la cautela no está de más ya que los niños pueden crearse falsas
expectativas y pensar que papá y mamá van a volver a vivir juntos, cosa que, en
el fondo, desean.
Si ya no son
tan niños y pedimos su parecer, la situación puede complicarse. Algunos echan
de menos los años en que pasaban Navidad todos juntos o les gustaría pasar la
Nochebuena con su padre y no con su madre, o preferirían quedarse en la casa en
la que viven habitualmente. En la mayoría de las situaciones, carecen de la
madurez afectiva suficiente para manejar adecuadamente su lugar en reuniones
familiares donde se encuentran con personas que no son de su sangre, aunque en
ese rato no lo demuestren.
Cada familia
tiene tradiciones propias de estas fiestas y los hijos relacionan determinada
actividad con su papá o su mamá: la cena de Nochebuena en casa de los abuelos
paternos, la apertura de los regalos con mamá o la cena de fin de año en casa
de la abuela materna. En ocasiones, romper esos rituales puede ser positivo si
las circunstancias y relaciones han cambiado: el factor sorpresa puede alegrar
más de un corazón agrietado.
En
esta fecha los niños están más sensibles y receptivos
La psicóloga
Sonia Macías, aconseja no comparar los rituales de una familia con los de la
otra, evitar comentarios inapropiados pues los hijos sufren al oír hablar mal
sobre alguien tan querido para ellos como su papá o su mamá.
Recomienda
estar lo más cercano posible a los hijos con llamadas o mensajes de texto,
manifestando real interés por lo qué le han traído los Reyes, saludarlos al
comenzar el año y saber cómo lo están pasando en las vacaciones.
Ana María Abel (Mag. Ciencias Familiares)