Su noviazgo nació bajo la mirada de Benedicto XVI durante la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney en 2008. Davide de 23 años y con estudios de psicología, es novio de Laura desde hace 5 años. Explica: “de hecho no es sólo la castidad lo que marca la diferencia en un noviazgo cristiano, sino el diálogo. La castidad es una consecuencia. La clave es hablar como novios para conocer a la otra persona. Es importante saber lo que piensa para conocer sus valores, sus ideas. A menudo, los matrimonios terminan tan rápido, porque las personas no se conocen".
"Contrariamente
a lo que se suele decir, añade Laura, la tumba del amor no es el
matrimonio, sino el sexo, ya que el cuerpo dice 'Soy tuya/o', pero el espíritu
dice otra cosa, porque sólo con el Sacramento las dos personas se pertenecen y
se entregan totalmente el uno al otro hasta el final".
"Nuestra
experiencia, incluso de compromisos anteriores es que el sexo nos cierra al
diálogo e impide el verdadero perdón, porque a menudo después de una pelea para
resolverla se va a la cama en vez de hablar".
La pareja
coincide en que "renunciar a algo, incluso a sí mismos por el otro, es
demostración del amor verdadero y lo que hoy nos hace más firmes y felices. Ambos
salíamos de historias dolorosas anteriores. Estábamos indecisos hasta el último
momento sobre la posibilidad de embarcarnos para Australia ante el precio del
billete, pero el Señor nos ha ayudado a encontrar el dinero para el viaje y
luego nos ha hecho 'encontrarnos' a pesar de que nos conocemos desde hace
muchos años”.