El bebé de hace dos o tres años, ya es una personita formalmente vestida. Se asemeja a un caracol con la casita a cuestas: con su jogging o uniformado delantal y la mochilita a la espalda.
Travieso o tranquilo, curioso o terco, su fantasía infantil se ha forjado la imagen de la escuela que en un 90% depende de cómo los padres enfoquemos su inicio. ¡Podemos tanto los padres! Somos para los hijos figuras significativas.
-¡Qué bueno Belén! ¡Tu primer día de escuela! Me acuerdo que genial que lo pasé yo y lo "re-buenas" que eran mis maestras… La madre se lo dijo mientras le retocaba el peinado.
-Ay, Felipe, querido mío ¡cuánto te voy a extrañar! ¿Me prometés que te vas a portar bien? Y si te pasa algo ¿me llamás al celular? La madre abrazó con dulzonas caricias de despedida.
El padre lo dejó en la puerta de la escuela y le recomendó: "Haceme el favor de no pelear con los chiquilines y si te pegan, defendete, y avisá a la maestra".
"Acordate que cuando te venga a buscar iremos a casa de la abuela para contarle lo bien que lo pasaste". La madre le dijo adiós con la mano una vez cerrada la reja del jardín.
Últimas frases de padres o madres que llevan por primer día a la escuela o al jardín a su hijo. Reflejan diferentes actitudes ante el segundo corte del cordón umbilical: asertividad o sobreprotección, ansiedad o transmisión de seguridad.
Deseamos que el día de mañana sean ciudadanos de bien, felices porque han conquistado su libertad responsablemente. ¿No es nuestra principal misión sacar de su interior las fuerzas humanas que duermen "esperando una mano que sepa arrancarlas"?
Por eso es básico que se transmita seguridad. El arrancón del primer día, el desprendimiento de la seguridad hogareña donde han transcurrido sus primeros años. Por eso es tan señalado el primer día de escuela. Es a la vez termómetro y palestra: termómetro de la madurez de su etapa evolutiva y palestra donde comienza el ejercicio de su inserción social.
De todos conocida es la importancia, para una futura interacción social positiva, de un apego seguro aún antes de nacer y durante los primeros meses de vida. No menos esenciales son los primeros meses de escuela para el desarrollo de la personalidad.
La integración a la escuela no es siempre fácil, pero podemos allanarles el camino con ternura no exenta de firmeza.
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