Jett Morris nació pesando tan sólo 624 gramos. A las 20 semanas de gestación su madre rompió aguas y los médicos le recomendaron abortar.
Para los padres fue muy duro tomar la decisión: no querían abortar si es que aún existía la mínima posibilidad de que su pequeño podía vivir. Nació en el hospital East Surrey de Londres.
El parto fue en una sala especial debido a lo frágil que venía el niño. Necesitaban instrumentos muy tecnológicos. Jett no murió al nacer, tampoco tuvo problemas cerebrales.
Hace poco tiempo cumplió un año de vida y sus padres lo celebraron a lo grande. La familia está feliz de haber logrado vencer todos los desafíos y esperan que siga siendo un niño alegre y con buena salud por mucho tiempo más.
