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24.5.14

¡Una gran diferencia!

Cualquier pareja hace el amor. Solo los esposos bien preparados con todos los requisitos y conocimientos necesarios, en intimidad matrimonial "hacen amor". ¡Una gran diferencia!

El amor genérico, sinónimo de relaciones sexuales, lo hacen todas las parejas de animales del mundo porque todos poseen el instinto de supervivencia de la especie. Hacen el amor como meta de lo orgánico: se relacionan sexualmente según un patrón inscrito genéticamente en su naturaleza.

El hombre y la mujer, no son un animal más de la escala zoológica. Su racionalidad facilita que, al orientar el instinto de supervivencia de la

especie, no hagan el amor, sino que hacen amor. Es el momento de su máxima intimidad matrimonial,  manifestación de trascendencia de lo orgánico a lo espiritual. Es más: no solo hacen amor sino que crean amor en un momento que toca lo etéreo, lo espiritual, lo único exclusivamente humano. Un momento logrado por el milagro del matrimonio en su máxima manifestación de intimidad matrimonial.

En laTV, en películas, revistas y todo tipo de prensa escrita y digital, en la calle, etc., se utiliza el término hacer el amor para indicar lo estrictamente fisiológico. ¿Es que no nos consideramos ya personas? ¿Dónde hemos dejado el espíritu que nos diferencia de los animales? Cuándo -ella y él- acaban de conocerse y terminan en una cama -como muestran las películas- ¿hacen amor? ¡No, nunca! Sólo descargan tensiones fisiológicas, satisfacen deseos egoístas: tienen sexo y punto. No hacen amor y, si no fuera porque se ha acuñado la expresión, diríamos que tampoco hacen el amor.

Los amantes,  las parejas, etc. hacen el amor o sea tienen relaciones sexuales extra-matrimoniales.  Únicamente los esposos vinculados en matrimonio tienen el privilegio de hacer amor porque lo necesitan para mantener alimentado su amor matrimonial. Hacen amor elevándose sobre sus instintos. Sus relaciones además de humanas son matrimoniales. Son relaciones personales propias de ese matrimonio y de nadie más. Ese amor dignifica su compromiso y su proyecto de vida en un momento exclusivo donde se dan muchas coincidencias: matrimonio normal en intimidad matrimonial normal con relaciones sexuales matrimoniales normales y con suficiente evolución para elevarse sobre lo físico: clímax, orgasmo físico, plena intimidad de esposos buscando hacer de las dos interioridades, una sola: la nuestra.

Nunca el ser humano es tan libre, tan pleno, tan infinito como en ese efímero instante. Es un momento distinto a cualquier otro momento, pero los esposos gozan sus beneficios perpetuándolo en la mente,  disfrutándolo con gestos y palabras,  exaltando la perfección sexual matrimonial que así generó amor: hizo amor.

La relación sexual matrimonial que "hace amor" debe buscarse, procurarse, lograrse. Sino no se sale de lo simplemente erótico aunque sea fisiológicamente normal (como las relaciones extra-matrimoniales.) Y eso se aprende. Primero es preciso humanizar las relaciones, luego hacerlas matrimoniales y por último hacerlas exclusivas de cada matrimonio.

Para hacer amor conyugal, el propio de ese matrimonio,  exclusivo de ellos y no el amor común a otros matrimonios sino, hay que:

1. Tener la costumbre de dirigirse siempre al otro con palabras tiernas, cálidas: no solo en el momento de la relación física.

2. Modificar los conocimientos necesarios en la preparación para que sea gratificante para ambos.

3.- Recordar que tener orgasmo físico (que también se logra con simple masturbación) es hacer el amor. Para hacer amor se necesita una intimidad matrimonial normal, cumplir todo lo necesario que exigen las verdaderas relaciones sexuales matrimoniales.

Los esposos deben entrenarse en vivir plenamente el momento de máxima intimidad, sin la ansiosa meta del orgasmo y donde el clímax llega solo e indica que no habrá más excitación. Y mirándose a los ojos con las palabras más tiernas de cariño hacen amor.

Hay quien dirá que también los amantes pueden hacer amor. Pero nadie puede negar que el matrimonio sea la máxima demostración de amor y es lo máximo que un hombre puede ofrecer a la mujer que ama.




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