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3.7.13

Un buen número de razones


La mayoría de las familias cristianas desean bautizar a su recién nacido cuanto antes. Entre los que así lo deciden se encuentran hijos de los Matrimonios del IUFF han nacido en estas semanas.

Al recibir el Bautismo, los niños son incorporados al misterio de Cristo, acogidos en la Iglesia como miembros vivos, se les borra el pecado de origen con el que todos nacemos y son con propiedad “hijos de Dios”. Esta filiación queda impresa en ellos como una señal o marca indeleble, aunque de adultos renegaran de su fe. 

La prontitud en bautizar a los hijos es lógica: sus padres en la ceremonia religiosa de su casamiento, asintieron al compromiso de educar a sus hijos en la fe. El bautismo es, antes que nada, el sacramento de la fe.  No es solo

un “signo” de ella, también es “causa” de la fe.  La gracia recibida en el bautismo y el poder del Espíritu Santo con sus dones, ayudan a que el niño a medida que crece y va entendiendo, pueda responder con una fe libre y personal.

Algunos pueden opinar: el niño todavía no puede vivir ni proclamar su fe ¿no sería mejor esperar hasta que  llegue a adulto y lo decida él libremente? Por el hecho de no preguntarle si desea ser bautizado los padres no coartan su libertad, como tampoco o hacen cuando  lo acercan al pecho de su madre sin preguntarle si desea alimentarse. Así como no sería bueno no alimentar al bebe, no es la mejor opción dejarlo por largos meses o años sin los efectos del Sacramento del Bautismo.

Al ser bautizado y recibir el regalo de la fe, el bebe no puede asumir los compromisos que ese sacramento supone.  Son los padres y padrinos quienes los asumen. ¡Qué lógico que lo hagan en su nombre sus seres más queridos!

Se piensa con mucho fundamento  que desde los primerísimos tiempos de la Iglesia ha existido esta práctica de bautizar a los bebes.  Por el año 200 ya era una costumbre instalada. Hay más razones en favor del bautismo de los recién nacidos sin esperar que sean más grandes o, lo que es insostenible racionalmente “para que lo decidan ellos cuando sean grandes”. 


Trini nació prematura, su padre Diego la bautizó en la  sala de parto con la fórmula sencilla que existe para estos casos.  M. Silvia había tenido un embarazo muy complicado. La lucharon juntos y con mucha fe y sentido positivo, pero desearon asegurarse que Trini recibía el bautismo, en su forma más elemental. Más adelante, cuando salió del CTI y pudieron llevarla a casa, completaron la ceremonia. Hoy Trini crece contenta y feliz, no porque la bautizaron, sino porque sus entre sus padres y los médicos pusieron todos los medios  científicos y de sentido cristiano de la vida. 
Los padres siempre desean comunicar a sus hijos los grandes valores de la vida. Es pues normal que deseen para sus hijos cuanto antes los beneficios de la fe, aunque no será consciente de ellos hasta que crezca. ¡Qué agradecido estará entonces a sus padres!

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