La falta de hermanos no define el futuro del niño. El factor decisivo es la actuación de sus padres.
Sofía es hija
única y mamá de tres niñas: "El deseo de tener un hermano recién
desapareció al convertirme en madre. Mis padres trabajaban y, aunque iba unas
horas al jardín, tuve que aprender a jugar sola. Era el centro de las miradas
de la familia en lo bueno y en lo adverso. Mis padres me educaron en la toma de
decisiones a medida que iba creciendo. Eso me ayudó a desarrollar un
sentimiento de autoestima que me ha posibilitado logros a lo largo de las otras
etapas evolutivas".
Jorge también
es hijo único: "De chico añoraba un hermano con quien patear la pelota, ir
de vacaciones y compartir
Algunos
problemas que puede experimentar el hijo único como el consentimiento, la
sobreprotección, la introversión, no son sólo características de los hijos
únicos. Estos niños pueden experimentar un desarrollo tan positivo como los que
tienen hermanos.
Gabriela
Ensinck, psicóloga, considera que el hecho de ser hijo único no define por sí
solo el futuro de un niño. El factor decisivo es la actuación de sus padres.
Crecer en una familia siendo hijo único priva de situaciones de conflicto, colaboración, visualización de diferencias sexuales, etc. que preparan para la vida fuera del núcleo familiar donde hay que enfrentar realidades muchas veces contrarias al propio gusto e interés. Quien no ha tenido la posibilidad de compartir con hermanos, por lo general es más autosuficiente, cree que puede solo y cree que no necesita ayuda de nadie. Espera inconscientemente que lo consideren de manera especial, por eso de adulto puede costarle ser tratado igual a otro compañero de estudio o trabajo. Le es difícil incorporar la idea de que no todo debe ser a su medida, o como él lo disponga.
La experiencia
de compartir con hermanos un status igualitario capacita para manejarse en la
adultez en distintos ambientes. Prepara para tener una visión más amplia en
todas las situaciones de vida cotidiana, para ponerse en el lugar de los demás,
aceptar las normas de convivencia respetando los sentimientos y opiniones de
otros. Suelen ser personas más realistas y objetivas ya que han vivido
situaciones normales de rivalidades, conflictos y peleas entre hermanos.
A partir de
los lazos fraternos se dan numerosos aprendizajes que perduran toda la vida y
otorgan a los padres la tranquilidad de saber que sus hijos, cuando ellos ya no
estén, se tendrán unos a otros. Más allá de cómo se lleven, tienen la misma
sangre y la sangre tira más que una amistad por estrecha que sea.