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24.7.18

En casa de mi amiga Elisa

En la familia de mi amiga Elisa las sobremesas domingueras las  llaman en broma "ateneos jurídicos". 

Se reúnes habitualmente  tres generaciones de abogados: su marido, un hijo y un nieto. Raúl, el nieto, aún está en facultad. Es quien promueve en algunas sobremesas domingueras lo que los demás llaman en broma "ateneos jurídicos". A veces tocan temas que provocan a los más jóvenes irse a ver la tele. 

En otras ocasiones, hasta las chicas se quedan ratos largos preguntando y cuestionando. Esto sucedió el domingo en que se entabló el tema de las uniones concubinarias.

Raúl supo explicar muy bien ante el orgullo del abuelo, por qué actualmente en muchos países estas uniones son reconocidas como la comunidad de vida de dos personas sin que el legislador se interrogue responsablemente si es entre dos mujeres, dos hombres o un hombre y una mujer.

Alicia, de 14 años, preguntó asombrada si eso siempre ha sido así. El abuelo realizó una síntesis breve de como ninguna civilización hasta ahora reconoció el matrimonio homosexual: "sociedades como la griega clásica admitía la homosexualidad y hasta la fomentaba en ciertas edades y clases sociales. Sin embargo distinguía claramente su incompatibilidad con denominarla "matrimonio", término que técnicamente sólo designa la unión estable entre un hombre y una mujer abiertos a tener hijos. La familia que se forma a partir del matrimonio es un bien social indispensable para que las sociedades prosperen económica y culturalmente. Pretender casar a homosexuales es un experimento social inédito de los tiempos que corren".

Ahí saltó Ileana: "¡Pero negarles el matrimonio es discriminarlos!"
Raúl la tiene clara y le replicó: "No, porque decir que una pera no es una manzana no es discriminar ni a la una ni a la otra: es defender sus identidades. Los homosexuales no tienen por qué sentirse discriminados si se reconoce jurídicamente su unión como concubinato".

Su padre aún no había intervenido. Le llegó el momento: "Chicos, reconocer como matrimonio esas uniones va contra el bienestar público y especialmente contra el equilibrio afectivo de los hijos que puedan adoptar en un futuro. Las personas homosexuales deben de ser respetadas y protegidas como personas, pero su estilo de vida no puede de ser propuesto a la sociedad como una inocua opción de vida".

Alicia e Ileana quisieron saber por qué: "Porque si las legislaciones permitieran que el término matrimonio se vaciara de su verdadero contenido, entonces podría redefinirse todo, cualquier cosa". Fueron palabras del abuelo.
Continuó la sobremesa hasta bien entrada la tarde. Hubo protestas, comentarios de ida y vuelta.

Alicia e Ileana al despedirse comentaron: "Qué bueno estuvo. Me quedé con ganas de más porque en el liceo los chicos dicen cada cosa…"

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