A ello se dirigen los cursos prematrimoniales: una ocasión para conocerse más a sí mismo, al otro y madurar algunas decisiones dirigidas al modelo de familia que quieren construir juntos, en una palabra, a definir un proyecto de vida que los ayude efectivamente a lograr la mayor felicidad posible en esta vida.
El hecho de que muchas parejas que realizan estos cursos no tienen fe o viven alejados de la vida de Iglesia los comparten con otras que viven su fe de manera práctica e incluso divertida, es en ocasiones de primer anuncio de la frescura del Evangelio y les ayudan a descubrir la belleza de la forma cristiana de entender el matrimonio.Esos cursos no son simplemente un "trámite" sino una ocasión de recordar o conocer mejor la fe cristiana.
Hoy por hoy, el noviazgo ha cambiado profundamente como forma y modalidad de realización. Con frecuencia muchas parejas que asisten a esos curso de preparación al matrimonio ya viven juntos, o incluso tienen hijos. Si eligen casarse y casarse en el Señor para siempre, están respondiendo, aún sin saberlo, al designio de Dios sobre el amor humano.
Muchas estadísticas seria demuestran el gran deseo de los jóvenes a lograr un matrimonio estable y una familia unida. El cardenal Scola lanza esta pregunta a los jóvenes cuando habla de estos temas: ¿cuánto deseas que dure tu enamoramiento? Responden: 'para siempre' porque el corazón del hombre llama al para siempre. Pero este deseo se encuentra con un mundo que propone la 'dictadura' del “yo” en vez del “nosotros” y la familia; se propone el yo como única modalidad de realización de sí. Los mensajes que continuamente van dirigidos a decir que lo que oprime tu libertad, te bloquea, te impide desarrollarte y crecer en lo que eres mortifican el deseo de comunión en el corazón de cada hombre y cada mujer. Estos son algunos elementos de tipo cultural que reducen la elección de lo definitivo y del matrimonio y sin embargo favorecen las formas mucho más 'light' y menos definitivas como uniones afectivas pasajeras.
Hoy, día de San Valentín, 20.000 novios de 28 países del mundo que se reunieron con el papa Francisco en la plaza de San Pedro. Celebraron con él la alegría del 'sí quiero para toda la vida'. El coordinador del evento fue don Andrea Ciucci.
El acto inició a las 11 de la mañana con una serie de testimonios de las parejas de novios intercalados con lecturas y canciones dedicadas al amor en sus diversas manifestaciones. A las doce y media el Santo Padre ha entrado en la Plaza para saludar a los novios y responder a tres preguntas planteadas:
- El miedo al “para siempre”
- Vivir juntos, el estilo de la vida matrimonial
- El tipo de celebración del matrimonio.
roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios...
La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa: que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza... Así como el amor de Dios es estable y para siempre, queremos que el amor en que se asienta la familia también lo sea. No debemos dejarnos vencer por la " cultura de lo provisional". Así que el miedo del “para siempre” se cura día tras día, confiando en el Señor Jesús en una vida que se convierte en un viaje espiritual diario, hecho de pasos, de crecimiento común...Porque el “para siempre” no es solo cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza sólo si dura, es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos .. . En el Padrenuestro decimos " Danos hoy nuestro pan de cada día”. Los esposos pueden rezar así´: “Señor, danos hoy nuestro amor de todos los días.... enséñanos a querernos”.
Respondiendo a la segunda pregunta, Francisco ha subrayado que “la convivencia es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante... que tiene unas reglas que se pueden resumir en tres palabras: ¿Puedo? Gracias, Perdona. .. ““¿Puedo?” Es la petición amable de entrar en la vida de algún otro con respeto y atención... El verdadero amor no se impone con dureza y agresividad. .. San Francisco decía:... “La cortesía es la hermana de la caridad, que apaga el odio y mantiene el amor”... Y hoy, en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hace falta mucha cortesía”. "Gracias." La gratitud es un sentimiento importante... ¿Sabemos dar las gracias?: En vuestra relación ahora y en vuestra futura vida matrimonial, es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios... y a los dones de Dios se dice “gracias”. No es una palabra amable para usar con los extraños, para ser educados. Hay que saber decirse gracias para caminar juntos”. “Perdona”... En la vida cometemos muchos errores, nos equivocamos tantas veces. Todos. De ahí la necesidad de utilizar esta palabra tan sencilla " perdona”. En general, cada uno de nosotros está dispuesto a acusar al otro para justificarse. Es un instinto que está en el origen de tantos desastres. Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir disculpas...
También así crece una familia cristiana. Todos sabemos que no existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. ...Existimos nosotros, los pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón...sin que la paz vuelva a casa. Si aprendemos a pedir perdón y perdonar a los demás, el matrimonio durará, saldrá adelante”.
Por último, el Santo Padre ha recordado que la celebración del matrimonio debe ser “una fiesta, pero una fiesta cristiana y no mundana” y poniendo como ejemplo el primer milagro de Jesús en las bodas de Caná, cuando transformó el agua en vino porque se había acabado ha dicho:.... “Lo que sucedió en Caná hace dos mil años, sucede en realidad en cada fiesta nupcial. Lo que hará pleno y profundamente verdadero vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se revela y nos otorga su gracia. .. Al mismo tiempo, es bueno que vuestro matrimonio sea sobrio y destaque lo que es realmente importante. Algunos están muy preocupados por los signos externos: el banquete... los trajes...,. Estas cosas son importantes en una fiesta, pero sólo si indican el verdadero motivo de vuestra alegría: la bendición de Dios sobre vuestro amor. Haced que como el vino de Caná, los signos externos de vuestra ceremonia revelen la presencia del Señor y recuerden a vosotros y a todos los presentes el origen y la razón de vuestra alegría”.