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1.1.13

Un solo armario


 
Pasar de ser un “yo” y un “tu” al “nosotros”, es tarea que supone años: todos los años del matrimonio. En cierta manera se inicia en el noviazgo y se resella con el compromiso matrimonial. Con la convivencia empieza la tarea de vaciar las dos mochilas, la que cada uno aporta, para llegar a colocar sus contenidos en un solo armario.  



Construir y reconstruir el “nosotros” supone lograr verdadera autonomía de las familias de origen, sin que eso signifique merma en el afecto. Los matrimonios del IUFF que, al casarse se han trasladado a otro país por razones de trabajo o estudio, cuentan cómo han visto facilitada esta tarea. En algún momento -sobre todo la chica- extraña a su madre al enfrentarse inexperta con las ocupaciones hogareñas. Ese mismo inconveniente ha sido trampolín para equivocarse juntos, reírse, y crear un “nosotros” sano y divertido.


El verano y las vacaciones pueden ser ocasión más que propicia para un parón, para revisar qué
objetivos hemos logrado en el año que finaliza y proponernos metas asequibles para el año que comienza. Si finaliza el año de recién casados, las energías se habrán seguramente centrado en terminar de instalar la casa. Si en el año que termina el hogar se ha visto alegrado con la llegada de un hijo, complicado con un embarazo de riesgo o cualquiera de las mil sorpresas que nos encontramos en el safari al que hemos comparado en alguna ocasión el matrimonio, en cualquier caso las vacaciones son el momento ideal para un balance.

En ese análisis descubriremos mil cosas. Por ejemplo, que aún no nos arreglamos solos para alimentarnos y dependemos de las familias de origen: un tupper que manda mamá o con lo que sobró del domingo en lo de la suegra. No es recomendable que lo que puede ser una ayuda esporádica, se convierta en lo habitual por muchos meses. Lo habitual será cenar juntos y solos aunque aún no sabemos a ciencia cierta dónde tenemos los vasos, no desembalamos los cubiertos o a la cocina le falta tal cosa.

Cortar el cordón umbilical de las familias de origen ¡es tan importante! Ellas desean facilitarnos las cosas, sin embargo pueden frenar, retrasar o impedir la cuidada elaboración del “nosotros”: de nuestra intimidad, la creación de nuevas costumbres familiares, las “nuestras”.

Al casarnos, cambia la relación con nuestros padres y hermanos. No podemos continuar dependiendo material y afectivamente de ellos como antes del matrimonio. Debemos conseguir una relación más adulta y madura, pues cambian los papeles: la hija, ahora es la esposa y el hijo, es el esposo con diferentes metas y responsabilidades en un nuevo hogar.

Ayudemos a nuestros padres a asumir su papel como suegros y a tener conciencia de que, el nuevo matrimonio, debe crear reglas nuevas en su hogar, así como ellos las hicieron algún día. Los jóvenes necesitamos tomar decisiones y asumir responsabilidades aunque nos equivoquemos alguna vez. Esto no anula el apoyo incondicional de los padres como un consejo oportuno cada tanto, la ayuda reflexiva desde otro punto de vista. Nos hace mucho bien. Si los suegros, con muy buen voluntad pero con un cariño mal entendido, son “invasores”, constituyen un obstáculo para la maduración del necesario “nosotros”. Hemos de ser valientes para fijar límites con delicadeza y prudencia, con mucho cariño y agradecimiento, pero con firmeza.

El “nosotros”, es nueva entidad que no anula las individualidades sino que las potencia. Supone tiempo, voluntad de hacerlo y esfuerzo. Es trabajo -como ya se ha comentado- de años. Precisa evaluaciones periódicas, ajustes y reajustes de hechos concretos. En ocasiones puede romperse y hay que comenzar de nuevo.

El “nosotros” crece con gestos repetidos de generosidad, con tiempos sin prisa para el diálogo y la comunicación de sentimientos, no solo de “las cosas que pasaron hoy”.

El “nosotros” supone crear tradiciones “nuestras”. Precisa del respeto, la sinergia, confianza y sinceridad, empatía, dejar pasar, paciencia, comprensión… El amor es creativo: de ahí la importancia de rescatar espacios del verano para crear y recrear nuestra propia identidad familiar que se fortalecerá con el transcurso del tiempo.

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