Pasar de ser un “yo” y un “tu” al “nosotros”, es tarea
que supone años: todos los años del matrimonio. En cierta manera se inicia en el noviazgo y se resella
con el compromiso matrimonial. Con la convivencia empieza la tarea de vaciar
las dos mochilas, la que cada uno aporta, para llegar a colocar sus contenidos
en un solo armario.
Construir y reconstruir el “nosotros” supone lograr verdadera autonomía de las
familias de origen, sin que eso signifique merma en el afecto. Los matrimonios
del IUFF que, al casarse se han trasladado a otro país por razones de trabajo o
estudio, cuentan cómo han visto facilitada esta tarea. En algún momento -sobre
todo la chica- extraña a su madre al enfrentarse inexperta con las ocupaciones
hogareñas. Ese mismo inconveniente ha sido trampolín para equivocarse juntos,
reírse, y crear un “nosotros” sano y divertido.
El verano y las vacaciones pueden ser ocasión más que
propicia para un parón, para revisar qué
objetivos hemos logrado en el año que
finaliza y proponernos metas asequibles para el año que comienza. Si finaliza
el año de recién casados, las energías se habrán seguramente centrado en terminar
de instalar la casa. Si en el año que termina el hogar se ha visto alegrado con
la llegada de un hijo, complicado con un embarazo de riesgo o cualquiera de las
mil sorpresas que nos encontramos en el safari al que hemos comparado en alguna
ocasión el matrimonio, en cualquier caso las vacaciones son el momento ideal
para un balance.
En ese análisis descubriremos mil cosas. Por ejemplo,
que aún no nos arreglamos solos para alimentarnos y dependemos de las familias
de origen: un tupper que manda mamá o con lo que sobró del domingo en lo de la
suegra. No es recomendable que lo que puede ser una ayuda esporádica, se
convierta en lo habitual por muchos meses. Lo habitual será cenar juntos y
solos aunque aún no sabemos a ciencia cierta dónde tenemos los vasos, no
desembalamos los cubiertos o a la cocina le falta tal cosa.
Cortar el cordón umbilical de las familias de origen ¡es
tan importante! Ellas desean facilitarnos las cosas, sin embargo pueden frenar,
retrasar o impedir la cuidada elaboración del “nosotros”: de nuestra intimidad,
la creación de nuevas costumbres familiares, las “nuestras”.
Al casarnos, cambia la relación con
nuestros padres y hermanos. No podemos continuar dependiendo material y
afectivamente de ellos como antes del matrimonio. Debemos conseguir una
relación más adulta y madura, pues cambian los papeles: la hija, ahora es la
esposa y el hijo, es el esposo con diferentes metas y responsabilidades en un
nuevo hogar.
Ayudemos a
nuestros padres a asumir su papel como suegros y a tener conciencia de que, el
nuevo matrimonio, debe crear reglas nuevas en su hogar, así como ellos las
hicieron algún día. Los jóvenes necesitamos tomar decisiones y asumir
responsabilidades aunque nos equivoquemos alguna vez. Esto no anula el apoyo incondicional
de los padres como un consejo oportuno cada tanto, la ayuda reflexiva desde otro
punto de vista. Nos hace mucho bien. Si los suegros, con muy buen
voluntad pero con un cariño mal entendido, son “invasores”, constituyen un
obstáculo para la maduración del necesario “nosotros”. Hemos de ser valientes para fijar límites con delicadeza y prudencia, con
mucho cariño y agradecimiento, pero con firmeza.
El “nosotros”, es nueva entidad que no anula las
individualidades sino que las potencia. Supone tiempo, voluntad de hacerlo y
esfuerzo. Es trabajo -como ya se ha comentado- de años. Precisa evaluaciones
periódicas, ajustes y reajustes de hechos concretos. En ocasiones puede
romperse y hay que comenzar de nuevo.
El “nosotros”
crece con gestos repetidos de generosidad,
con tiempos sin prisa para el diálogo y la comunicación de sentimientos, no
solo de “las cosas que pasaron hoy”.
El
“nosotros” supone crear tradiciones
“nuestras”. Precisa del respeto, la sinergia, confianza y sinceridad, empatía, dejar pasar, paciencia, comprensión…
El amor es creativo: de ahí la importancia de rescatar
espacios del verano para crear y recrear nuestra propia identidad familiar que
se fortalecerá con el transcurso del tiempo.