Safari, es una expresión Swahili que significa viaje. Hace unos años sólo se utilizaba para indicar expediciones a países africanos con el fin de cazar un increíble número de animales exóticos: elefantes, leones, jirafas, búfalos, leopardos, rinocerontes, zebras, gacelas, antílopes… que no solemos encontrar todos los días camino al trabajo o de regreso a casa.
Al contraer matrimonio se emprende una nueva y fascinante etapa del viaje de la vida. Esta vez acompañados por un compañero/a de la aventura por nosotros “hasta que la muerte nos separe”.
En esta nota damos publicidad a
una encuesta realizada por el IUFF entre una muestra de 20 matrimonios de los
ya ciento y pico que se prepararon para casarse en el Instituto. Seleccionamos
algunos porcentajes significativos de las respuestas a la pregunta que encabeza
esta nota: ¿en qué se parece el matrimonio a un safari?
1. El 98%
de matrimonios jóvenes con solo dos o tres años de casados, consideran que por
más preparación y previsiones realizadas en el noviazgo, nadie puede pensar en participar de un safari ni casarse si no
posee espíritu aventurero y se prepara anímicamente para afrontar todos los
imprevistos que surgen indefectiblemente a lo largo del viaje. En un safari
pueden darse averías mecánicas, un pinchazo, desconocimiento de los nuevos
cielos para guiarse por las estrellas ante fallos del GPS, etc. En el
matrimonio el pasaje de ser una “pareja” de novios a un matrimonio constituido
por un “nosotros” indisoluble, también presenta imprevistos: descubrimiento de
pequeñas manías del otro, hábitos diarios diferentes, atinar en el desempeño
del nuevo rol de yerno o nuera… Hay que afrontarlos con igual espíritu de
aventura que en un safari.
2. El 96,8% de encuestados recomienda olvidarse del
confort soñado en el noviazgo para el regreso nocturno a casa luego de una
larga jornada laboral. Y contentarse alegremente con lo que hay. Porque…¿hay algo
para cenar? ¿tengo ropa limpia para mañana?. Hay que reponer el papel higiénico,
anotar los gastos realizados en el día, revisar los pagos de mañana… en fin….
tareas domésticas. ¿Y las largas llamadas telefónicas nocturnas con los
amigos/as?... Pasan a segundo plano. Todo un cambio.
3. Un 98,7 % recomienda ser precavidos al igual que
en un safari y tener un botiquín de urgencia, víveres suficientes para varios
días, toallas secas sin olor a humedad… En un safari pueden encontrarse
campamentos básicos con agua y servicios sanitarios compartidos, puede que hay
tiendas de campaña más cómodas. Y a pesar de conocer de antemano que no habrá el
confort al que estamos acostumbrados, tantos se embarcan en semejante aventura!
En casa, nos tenemos que ocupar nosotros de la habitabilidad
del “dulce hogar”. Si no hicimos la cama por la mañana, tendremos que hacerla
por la noche…
4. El 99% se arrepiente de no haberse hecho tiempo
durante el curso de novios, de leer por lo menos -si no pudimos estudiarlos- el
auténtico bombardeo de documentos que envía el IUFF por correo electrónico. Ah!
se dice uno ya casado… “eran para estudiar el terreno, compartir comentarios
con los compañeros del viaje, planificar para que haya los menos imprevistos
posibles”. Nunca es tarde, si los tienen
en una carpeta del PC, pueden leerlos ahora… Porque, al igual que antes de
emprender un safari se estudian los mapas y características del terreno, las
temperaturas promedio de años anteriores, se mira, comparar, valora y se
barajar mil posibilidades, la cantidad y calidad de los contratiempos es
incontable.
5. El
89,99% consideran acertada la comparación escuchada en el curso de novios de
cómo se construye el “nosotros”: a lo largo de toda la vida matrimonial y poco
a poco, hay que vaciar las dos mochilas
con que llegamos a la fecha de casamiento (lo tuyo y lo mío) para meter todo en
un solo armario: el “nuestro”.
6. El
99,99% de las respuestas relativas a los hijos, coinciden en señalar la
fascinación del primer atraso, la emoción de la primera prueba casera de
embarazo, la confirmación del mismo por el médico y la maravilla que es
escuchar en la primera ecografía un corazoncito que late fuerte, fuerte
¡nuestro hijo! El 100% de noveles padres afirman que por más que se haya
hablado en el noviazgo de los hijos, la realidad supera la imaginación. Llegan
nuevas sensaciones y emociones, ansiedades compartidas por los dos y, si se
presentan impensados cuidados para la madre (quietud etc.) se fortalece el
“nosotros”. También cuando se ansían los hijos y éstos demoran en llegar.
Quienes han
participado de algún safari en África, cuentan que se dan momentos de vértigo, apenas
hay descanso para cenar, descargar el material, tomar una ducha, cargar
baterías y planificar la ruta del día siguiente. ¿No suena un poco a lo que
sucede al regresar de la luna de miel? También cuentan que en el safari, siempre
surgen momentos fortuitos, no programados. ¿Les ha sucedido en su matrimonio?
Un safari finaliza regresando a la civilización. La
aventura del matrimonio tiene por final feliz el cielo de toda la familia. Por
eso nos decían en el IUFF: