Desde antiguo existe como una especie de obsesión por “parecerse
a…” y el miedo a “ser diferente”. El “parecerse a” da cierta seguridad, refuerza el sentido de
pertenencia, facilita la creación de lazos, es una prueba de reconocimiento.
“Ser diferente” suscita interrogantes, puede generar miedo a que se burlen de
nosotros…
¿Somos conscientes de que es en la intimidad de familia donde
se juegan la primera aceptación o las confrontaciones a la diferencia con los demás?
Los padres pueden a veces maravillarse: “¿cómo si todos son
hijos de los dos salieron tan diferentes?”. O pueden pensar, por el contrario: “es
mi hijo/a y ¡qué diferente a mi ha salido!” Muchas veces, la imagen del patito
feo no está tan lejos de nuestros pensamientos.
Vivir armoniosamente juntos siendo diferentes condiciona la
futura inserción social. Es un
tema que ha de gestionarse en el seno de la
familia.Trucos que pueden servir para enfocar bien las « diferencias” en familia:
- compartir las alegrías y las dificultades
- pedir ayuda cuando la necesitamos dejando de lado el orgullo
- recordar frecuentemente “las diferencias enriquecen al todo”
- actuar con soltura y sin miedo a las correcciones
- demostrar la aceptación con la mirada y la sonrisa
- compartir juntos las tareas de la casa
- no dejar de dar nunca los buenos días y buenas noches
- ponernos siempre en los zapatos del otro.
Actitudes
que no ayudan a vivir en armonía son:
- los clichés y estereotipos: el gordo, el traga, el que siempre llega tarde, etc.
- que nos pongan “carteles” inamovibles
- ciertas miradas de desaprobación
- el hecho de que haya diferentes reglas dentro de la familia privilegiando a unos y no al grupo familiar.
En
relación a las tareas domésticas:
- reírnos de lo que sale mal
- repartir las ayudas según las edades
- hacer “ayuno” del celular en las comidas
- transformar en juego el poner la casa en orden
¿Cómo mostrar a los hijos que respetamos sus diferencias?
- permitirles, de acuerdo a su edad, realizar sus propias elecciones si las mismas no tendrán consecuencias negativas para ellos o el resto de la familia
- escucharlos siempre, estar disponibles para ello aunque estemos cansados
- tener paciencia son sus ritmos, especialmente cuando son más chicos
- darles pequeñas sorpresas con cosas que han manifestado les gustaría comer, hacer, etc.
- respetar su intimidad corporal a partir de la edad en que se manifiesta el pudor natural (alrededor de los 5-6 años)
- respetar los cambios corporales de los adolescentes in hacer de ellos motivos de bromas
- ser positivos con sus propuestas: “qué buena idea tuviste”
- no imponer a todos los hijos por igual las mismas distracciones, los mismos amigos etc.
- asegurarles con hechos la confidencialidad de lo que nos cuentan.