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29.11.14

Un hijo ¿don o derecho?

Dos ejemplos de ignorancia antropológica son las noticias que resumimos de dos países muy distantes. 

Ver: http://www.elpais.com.uy/mundo/tailandia-cierra-fabrica-bebes-escandalos.html?utm_source=news- 


 Yhttp://www.elobservador.com.uy/noticia/293080/se-fijo-en-us-5000-aporte-del-fnr-para-la-fecundacion-in-vitro/?referer=titulares-de-la-jornada
 
En Tailandia una práctica comercial muy extendida en los últimos años, debida a un vacío legal, es el comercio de bebés. El parlamento de ese país ha reaccionado y acaba de aprobar un proyecto de ley que prohíbe los vientres de alquiler. A partir de ahora, toda mujer que desee ser madre de alquiler deberá superar una "entrevista" con representantes del Estado y solo serán elegibles las parejas heterosexuales que prueben su incapacidad para procrear.

En Uruguay tres clínicas privadas que realizan fertilización in vitro están por recibir la habilitación del Fondo Nacional de Recursos quien aportará US$ 5.000 más IVA para pagar los tratamientos, el procedimiento y la medicación para “obtener” un bebé. La presidenta del FNR explica que el aporte dependerá de la reglamentación de los procedimientos de alta complejidad de la ley de fertilización asistida. La misma todavía no terminó de reglamentarse en el Ministerio de Salud Pública. Seguramente establecerá un sistema de copago, dependiendo de los ingresos de los usuarios.
 

Estas noticias suponen una gran ignora científica y antropológica: un
bebé no es un objeto “negociable”.  Desde el momento de la unión del espermatozoide con el óvulo, es una persona sujeto de derechos, aunque aún no pueda ejercerlos por sí misma, de la misma manera que está impedido de hacerlo un adulto en coma. Posee, entre otros, el derecho a nacer de un padre y una madre conocidos de él y unidos en el amor. Las técnicas de reproducción asistida vulneran su derecho a la identidad tan defendido por los organismos de derechos humanos.

Hay incongruencia en nuestras sociedades: por un lado se buscan medios de impedir que nazcan hijos no deseados y por otro una medicina crematística influye en la opinión pública para lograr que apoye la búsqueda artificial de hijos muy deseados. 


Junto a la incongruencia, hay ignorancia antropológica. ¿Por qué?  Porque un hijo no es un derecho, es un don. 


Las técnicas de reproducción asistida convierten al niño en un objeto para satisfacer todo tipo de deseos, salteándose el natural acto procreativo y utilizando medios médicos sustitutivos.
Si fuera un derecho, cualquier acto para tenerlo sería válido. Si en realidad tener hijos fuese un derecho natural, antes de estas técnicas habría sido lícito comprar hijos. En cambio, si el hijo es un don, por más que se desee, dicho don puede no ser otorgado.  Es lícito superar obstáculos de acuerdo a la naturaleza ontológica que poseemos, es decir, dentro del marco procreativo de la unión conyugal, y emplear el conocimiento científico para ayudar a la naturaleza biológica, pero no para sustituirla.


Las técnicas de reproducción asistida la sustituyen. Además no son terapéuticas, no curan la infertilidad o esterilidad.  Después la pareja seguirá siendo infértil. Sólo logran la concepción del hijo algunas veces y, en ocasiones, con consecuencias tan graves como suprimir o congelar la vida de otros «hermanitos sobrantes».


La reproducción asistida altera el sistema natural de transmisión de la vida: no es fruto de la unión de los esposos como expresión de amor, sino de un acto técnico en el que interviene un conjunto de personas que manipulan los embriones, los seleccionan, trasplantan, congelan, donan y someten a un control de calidad.
 

De todas manera, las acciones realizadas en todas las técnicas de reproducción asistida parten de elementos naturales preexistentes creados por «alguien» creador. El equipo
médico sabe muy bien que cada fecundación lograda, cada gestación y, desde luego, cada nacimiento, se ha debido a una intervención suya, pero es sólo el resultado del acto creador no controlado por el equipo de profesionales. De otra forma no existiría ningún fracaso. Por eso, aún los bebés que nacen por medio de ellas son un don del autor de la vida. Lástima que para lograr un don natural, se hay conculcado el orden de la sabia naturaleza.

Se pueden ampliar estas ideas en: http://istmo.mx/2002/07/los_hijos_don_o_derecho/


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