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4.12.13

¿Crisis en el primer año de matrimonio?



El matrimonio perfecto no existe, el enamoramiento no dura eternamente: hay que alimentarlo día a día. Hay momentos cruciales de la vida humana que repercuten en los dos, y aunque algunas crisis son inevitables, un matrimonio con una convivencia satisfactoria y una vida en común madura y estable, puede salir airosa de casi cualquier situación.



Una gran parte de las parejas se casan no superan el primer año de matrimonio sin la aparición de cierta crisis. Algunos la llaman la crisis del desencanto. No se pierde el encanto por el otro ni disminuye el enamoramiento. Pero si no habían convivido antes de contraer matrimonio, los días de estar juntos de la mañana a la noche estaban temporalmente limitados. Cada uno en casa de sus padres, la relación funcionaba bien y se dedicaban a la conquista del otro.  

Pasado el tiempo de la conquista hay que establecerse en la convivencia y eso es y exige otra cosa. La ignorancia y la inmadurez suelen ser las causas más comunes de estas pequeñas crisis
iniciales, pero hay otros muchos factores que también intervienen. Así, por ejemplo, el “ideal” de matrimonio y familia que tenga cada uno y el modelo de familia por el que quieren optar.

Cada cónyuge aporta al matrimonio su visión personal de la familia, la «visión» que adquirió en su familia de origen. Por eso, hombre y mujer además de constituir una nueva familia  lo que sucede es que al casarse, ha de producirse una relativa fusión de dos modelos implícitos de familia, que pueden coincidir, parcial o totalmente, o no coincidir en nada.  Estos modelos implícitos que llevan en sus mentes se trasladan con cada uno de ellos a la nueva familia que están formando.
Este ajuste y reajuste no resulta una tarea sencilla y es cuando puede surgir el desencanto: no es tan fácil como uno se había imaginado. Lleva su tiempo, supone mucha comunicación empática y asertiva, mucho ceder cada uno lo suyo.

Este primer año de matrimonio es de vital importancia. De cómo se resuelva este pequeño conflicto van a dependen  las futuras relaciones entre ellos lo que podría llegar condicionar su permanencia y estabilidad.

En este primer año hay que señalar bien los límites con las familias políticas de ambos. Han de aprender a defender  su intimidad con todas sus fuerzas. De lo contrario los conflictos emergerán y se añadirán a la crisis del desencanto. Por sí misma dura poco y es muy llevadera. Ayuda a afirmar el amor, el compromiso y a hacer nacer un “nosotros” fuerte y de gran futuro.

 Las crisis en el matrimonio no son ni buenas ni malas; simplemente son y se dan.  Por lo general, se gestan por un cúmulo de conflictos no sueltos, que se han ido amontonando con el tiempo y suelen hacerse más patentes y explícitos en momentos o situaciones un tanto especiales.


En muchas ocasiones constituyen apenas un alto en el camino de la pareja, un momento para detenerse y madurar que, de resolverse bien, pueden contribuir al fortalecimiento del compromiso. Otras veces las crisis sobrevienen  de forma súbita y se extinguen y desaparecen con la misma prisa con que llegaron. 

Algunas de estas crisis en el matrimonio van precedidas por las crisis personales de uno de los cónyuges o de ambos. Es conveniente, entonces, bucear y prestar una mayor atención al origen de esas crisis personal es, a fin de resolver la crisis conyugal que deriva de aquellas.


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