Si los adolescentes se encierran en el dormitorio horas atrapados por internet, sólo una buena comunicación familiar puede prevenir el aislamiento.
La
adolescencia es una etapa vital de gran y positivo potencial, siempre que
padres y educadores la entendamos y acompañemos adecuadamente. Es verdad que
los jóvenes, en la búsqueda de su propia identidad, necesitan distanciarse de
sus padres, ser críticos y mostrarse obstinados: prefieren la soledad más que
la compañía del resto de la familia.
Los
adolescentes encerrados en su cuarto quedan atrapados hasta la madrugada en
Internet o jugando ante sus pantallas. Posiblemente el germen de algunas
manifestaciones extremas de aislamiento no sucede de repente: se inocula lenta
y silenciosamente desde la niñez mientras los padres pueden creer que el chico
es hogareño porque le gusta estar en casa.
La dinámica
vida posmoderna induce a la invención de términos y expresiones cuyo uso se
consolida con rapidez. Eso sucede con la expresión "botellón
electrónico", acuñado por el psiquiatra familiar Paulino Castells. Hace
menos de diez años él comenzó a adjudicar ese nombre al conjunto de pantallas y
anexos de que disponen nuestros adolescentes: TV, PC, celular, juegos
electrónicos, iPod, MP3 y 4 y siguientes, auriculares etc.
"Lo
comparé con el botellón alcohólico, porque los jóvenes presentaban síntomas de
embriaguez muy similares a los que producen los excesos de alcohol en los fines
de semana. La diferencia con los jóvenes bebedores es que éstos arman
algarabías, mientras que la borrachera del botellón electrónico es
silenciosa".
Castells
recomienda prevenir situaciones de incomunicación y aislamiento en niños y
adolescentes, fomentando la comunicación intrafamiliar. Algunas medidas a
adoptar por los padres, nada simpáticas para los hijos, son no mirar por
costumbre la tele en las comidas, controlar el número de pantallas en los
dormitorios, dosificar el tiempo destinado a las maquinitas y colocar la
computadora a la vista de todos, por ejemplo, en la sala de estar u otro lugar común,
aunque se trate de una portátil o un note book. Así este instrumento
cibernético se convierte en un puente del diálogo familiar, facilita la
posibilidad de compartir y analizar con actitud crítica noticias, juegos y
redes sociales. De este modo, además, los padres conocemos qué blogs y otros
recursos de la web frecuentan los jóvenes y aprendemos mucho de informática, de
los intereses de nuestros hijos al tiempo que creamos o reforzamos los lazos
familiares.