La
obra vendió ocho millones de ejemplares. La llevó al cine el director Marc
Forster. Silvia acaba de leerla. Amir, uno de los protagonistas, vivió todos
los horrores del conflicto bélico en Afganistán durante la década de 2000.
Antes y después de su exilio en Estados Unidos cayó en múltiples bajezas. Sin
embargo, en toda la novela campea la esperanza de una redención posible.
El
mensaje le da fuerza a Silvia en el intento de entender y perdonar a su padre.
Él, como Amir, se equivocaron y mucho: traicionaron a su amigo del alma cuando
éste no podía defenderse, manipulando sus sentimientos. Le robaron y mintieron
mediante fraudes y extorsiones. Pero siempre se está a tiempo de asumir una
manera de volver a ser bueno.
Amir,
exiliado en EE.UU., le explica a su hijo de 9 años: "no hay acto más
miserable que el robo: el hombre que toma lo que no es suyo, maldito sea.
Cuando matas a un hombre, le robas la vida, le robas el marido a una esposa y
le robas el padre a unos hijos".
El
hijo no entenderá hasta que se haga hombre, el profundo contenido de los
conceptos paternos. Pero continúa escuchándole sorprendido y atento:
"cuando mientes, le robas a un hombre el derecho a la verdad. Cuando lo
engañas, le robas el derecho a la equidad ¿comprendes?"
No,
el hijo no comprende por ahora la intensidad humana de las verdades que su
padre le transmite con la fuerza que el arrepentimiento imprime a sus palabras.
Silvia, tampoco entiende todavía cómo puede ayudar a su padre. Seguramente él,
como el protagonista de la novela, tendrá que pasar por duras experiencias y
ella tendrá que estar cerca con su amor filial para ayudarle.
Esta
historia puede servir de acicate para repensar cómo mejorar las relaciones
familiares y de amistad.