Al formular el compromiso
matrimonial decimos: "Prometo serte fiel, amarte y respetarte, en la alegría y
en el dolor, en la salud y en la enfermedad, y de honrarte y amarte todos los
días de nuestra vida". En ese momento no sabemos qué nos sucederá, cuáles serán
las alegrías y las tristezas que nos esperan, qué aventuras e imprevistos
tendrá “nuestro” safari vital.
Lo iniciamos tomados de las
manos, el amor romántico a flor de piel y la sonrisa en los labios y en el
corazón. No hacemos caso de la cultura de lo provisorio que nos quiere hacer creer que nuestro amor y nuestro compromiso
también lo son.
Al casarnos no somos
tontamente ingenuos: sabemos que habrá dificultades, situaciones problemáticas pero
asumimos nuestra responsabilidad conjunta de intentar superarlas sin huir ni
aislarnos, sin renunciar a la misión de formar una familia y traer hijos al
mundo. ¡Claro que no es fácil!
El Papa Francisco, en la
Jornada de hoy, dijo a las familias del mundo entero: ¡Por eso, es necesaria la gracia del sacramento! ¡Los sacramentos no
sirven para decorar la vida; ¡qué lindo matrimonio, qué linda la ceremonia, que
linda la fiesta! Eso no es la gracia del sacramento, eso es una decoración y la
gracia no es para decorar la vida pero para hacernos fuertes en la vida, para
hacernos corajosos y poder ir adelante! Sin aislarse, siempre juntos.
Los
cristianos se casan sacramentalmente, porque son conscientes que necesitan el
sacramento! Necesitan de este para vivir unidos entre sí y cumplir la misión de
padres. 'En la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad'. Así
dicen los esposos en el matrimonio y rezan juntos y con la comunidad, ¿por qué?
Solamente porque es costumbre hacerlo así? No, lo hacen, porque les sirve para
el largo viaje que deben hacer juntos, no por pedazos, necesitan de la ayuda de
Arriba, para caminar juntos con confianza, para acogerse uno al otro cada día y
se perdonen cada día.
Y
esto es importante en las familias, saber perdonarse, porque todos nosotros
tenemos defectos, todos y a veces hacemos cosas que no son buenas y le hacen
mal a los otros. Tener el coraje de pedir perdón en familia cuando nos
equivocamos.