Durante los años de noviazgo tuvieron muchos ensueños: una casa con flores por aquí, colchas de colores, cortinas limpias, una heladera llena… mil cosas más: detalles simples que hacen de un nido un lugar ordenado y acogedor. Detalles cotidianos y triviales que hacen a la terrena felicidad. Fueron ensueños: representaciones fantásticas llenas de ilusión sin base en lo real.
Llevan
5 años de casados. Me invitaron a cenar. “Yo llevo el postre” anuncié. “¡No,
no! no traigas nada. Tu presencia nos basta”.
Llego
con tiempo para ayudar en el baño de las dos niñas y tranquilizar al pequeño de
dos meses. Su madre está en diez cosas
al mismo tiempo: el baño de las niñas,
el teléfono -la llaman a esa hora porque saben que la encuentran en casa-…
recoge juguetes de la alfombra llena de migas, sonríe a su marido que solo
puede hacer una cosa por vez: la salsa. Está enfrascado en preparar la salsa
para la pasta (por cierto una buenísima salsa de tomate con hojas de laurel y
todo!). De vez en cuando intercalan comentarios repartiéndose el trabajo del
día siguiente: tenemos pediatra, Pisci puede ir más tarde al cole, ¿la llevas
tu o la llevo yo? la sal está arriba, no ahí no, más arriba…
El
bebe nació con un problemita de salud prenatal ya controlado. La semana que
viene empieza la estimulación, también hablan de ello. Mientras yo doy de comer
a Cata quien cumple mañana dos años. Aún no habla pero se hace entender perfectamente.
Cuando quiere agua me
la señala. Así fue
pasando media hora entre carcajadas. Come con muy buen apetito. Pisci se empacó
y decidió que no quería comer la pasta: “No y no, y no”
Con
serenidad digna de encomio, su madre con
el bebe en brazos se acerca, se pone a su altura (“es la gimnasia que hago todo
el santo día”) y le dice mirándole a los ojos: “comes o te vas a la cama sin
cenar. La pasta es muy buena. A ti te gusta mucho”. “Que no y que no y que no”.
Comienza a subir el tono de la pataleta.
“Empezó
este sainete desde que nació el bebe. Ya se les pasará”. Su padre la lleva a la
cama sin cenar mientras la salsa hace chuf, chuf en el fuego. Un rico olor se
desprende de la cocina.
Cata
termina la pasta y come un yogurt con muy buen apetito entre sonrisas de
satisfacción
Su papá trabaja todo el día. Su mamá alterna la atención de sus hijos con su trabajo de diseñadora: puede hacerlo desde casa. Una empelada le ayuda dos mañanas por semana. Hace la limpieza más a fondo. El resto: todo entre los dos. Las niñas ayudan según sus posibilidades. Cata tiene dos encargos: llevar las memas a la cocina y los pañales a la basura. Cuando su madre cambia al bebe está de pie pronta para agarrar el último pañal sucio y llevarlo a la basura.
Son
muy felices. Comentan cosas que les quedaron grabadas del curso de novios del
IUFF y que agradecen: siempre hablar de “nosotros” (nuestros hijos, nuestro
auto…) ¡el famoso “nosotros”! La adquisición de heladera de hielo seco les
cambió la vida. Antes tenían que desagotar el freezer cada semana… un engorro.
Lo recomiendan a todos los amigos.
La
importancia El tonto pero importante detalle de que una ensalada o una simple
fuente de comida tenga tres colores: así entra por los ojos.
El
postre que yo llevé fue fruta. Sé que a los varones, por lo general no les
gusta nada pelar la fruta. La corté y distribuí
(¡más de tres colores!) en una fuente común y corriente, mucho azúcar… Una
buena hora de heladera hizo que largaran un rico juguito.
Al
irme la casa seguía desordenada, las migas por doquier, la cocina llena de
cosas sucias (no me permitieron ayudar a lavar los platos).
¿Flores
frescas en primorosos jarrones? No. Cortinas cristalinas, tampoco. ¿Colchas
impolutas? ¡Ni pensarlo! Solo la cuna del bebe está impecable, el resto… como se
puede...
Son
muy felices. Ahora distinguen lo que son sueños verdaderos de ensoñaciones…y
sueñan, sueñan mucho: proyectan con esperanza, desean, se empeñan, esperan:
ahora saben que cada cosa tiene su momento.
Distinguen lo que tiene o no probabilidad de realizarse.
Consideran
que aquello del noviazgo fueron ensoñaciones: irreales, románticas, sin
conocimiento de la realidad del día a día en un hogar joven cuando van llegando
los hijos y hay que ajustarse a un presupuesto.